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En general se da este nombre a los centros educativos que tienen una orientación confesional en clave de Evangelio. Implican estructuras académicas y metodologías docentes, pero suponen criterios e idearios evangélicos.
El calificativo de cristianas no les viene porque ofrezcan clases y asignaturas de religión dentro de sus planes de estudio, sino por el talante de vida que inspiran, por el espíritu que anima a sus docentes y por el testimonio evangélico que ofrecen a la sociedad en medio de la que actúan.
Se ha preferido por lo general el calificativo de cristianas y no el de católicas, por las connotaciones que se dan en el término: Cristo es el ideal de hombre al que se aspira y su mensaje es el programa que se pretende comunicar a los alumnos que en la escuela se forman.
De modo especial se alude con el término de "escuelas cristianas" a la obras docentes fundadas por San Juan Bautista de la Salle en 1684, animadas luego por su "Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas".
Durante tres siglos largos se mantuvieron estas escuelas y sus métodos como fuente de inspiración para muchos otros Institutos o movimientos. Sólo en los siglos XVIII y XIX surgieron más de 50 Institutos con los nombres de "escuela", "enseñanza", "educación" e "instrucción" y el calificativo de cristianas.
El más usual hasta entonces había sido el de "Cofradías de la Doctrina cristiana" para las catequesis, y el de "colegios" para los centros de ciudades, como París o Reims, o el de "escuelas parroquiales y de caridad" para las obras de los barrios o pequeñas aldeas.
Otros nombres merecen ser recordados con sentido equivalente al de "escuelas cristianas". Tales son los de "escuelas pías o de piedad" de S. José de Calasanz", "escuelas de caridad, asilos, hospicios y a veces casas de expósitos", "escuela de la virtud o de la sabiduría" al estilo de Grignon de Monfort, "escuelas menores" y otras denominaciones más.
Aunque el número parece increíble, pasan de mil los Institutos que hasta el siglo XX surgieron con pretensiones educativas y todavía sobreviven: y no bajan del millar los que nacieron en el siglo XX para "dar educación a los niños y jóvenes" en escuelas cristianas.
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